Show No Mercy: el debut demoledor de Slayer
En 1983, cuatro jóvenes de California irrumpieron en la escena del metal con un álbum que cambiaría la historia del género. Show No Mercy fue el primer trabajo de Slayer, una banda que se convertiría en una de las más influyentes y respetadas del thrash metal. Con una portada que mostraba al diablo en un trono rodeado de calaveras, el disco anunciaba lo que se iba a encontrar el oyente: una descarga de riffs veloces, solos frenéticos, voces agresivas y letras que hablaban de satanismo, violencia y guerra.
Show No Mercy fue grabado en solo tres días, con un presupuesto de 1500 dólares que los propios miembros de la banda consiguieron ahorrando y pidiendo prestado. El resultado fue una producción cruda y sucia, pero que no restaba potencia ni intensidad a las canciones. El álbum se compone de diez temas que oscilan entre los tres y los cinco minutos de duración, sin dejar espacio para el respiro ni el aburrimiento. Desde la canción que abre el disco, Evil Has No Boundaries, hasta la que lo cierra, Metal Storm/Face the Slayer, el oyente se sumerge en un viaje sonoro lleno de adrenalina y furia.
Show No Mercy no solo fue un éxito comercial, vendiendo más de 40.000 copias en su primer año, sino que también fue un hito artístico que marcó el camino a seguir para muchas otras bandas de metal extremo. Slayer combinó la influencia de grupos como Judas Priest, Iron Maiden o Venom con su propia personalidad y estilo, creando un sonido único y reconocible. Su técnica instrumental, su actitud rebelde y su temática provocadora les hicieron ganarse el respeto y la admiración de fans y críticos. Show No Mercy es un álbum imprescindible para cualquier amante del metal, una obra maestra que no ha perdido vigencia ni frescura con el paso del tiempo.
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