Amused to Death es el tercer álbum en solitario de Roger Waters, exlíder y compositor de Pink Floyd. Fue publicado un día como hoy en 1992, después de una larga pausa de siete años desde su anterior trabajo, Radio K.A.O.S. El disco es una crítica feroz a la sociedad de consumo, la guerra, la religión y los medios de comunicación, que según Waters nos mantienen distraídos y alienados de la realidad. El título hace referencia a la obra Amusing Ourselves to Death, de Neil Postman, que analiza el impacto de la televisión en la cultura occidental.
El álbum está estructurado como una ópera rock, con canciones que se entrelazan mediante efectos sonoros y fragmentos de programas de televisión. Waters utiliza un estilo musical variado, que va desde el rock progresivo al blues, pasando por el folk y el gospel. La producción es impecable, con una gran calidad de sonido y arreglos orquestales. Además, cuenta con la colaboración de músicos invitados como Jeff Beck, Rita Coolidge, Don Henley o Patrick Leonard.
El disco se abre con The Ballad of Bill Hubbard, una introducción hablada que narra la historia real de un soldado británico herido en la Primera Guerra Mundial, que fue abandonado por su compañero en el campo de batalla. La voz pertenece a Alf Razzell, un veterano que participó en el documental The Great War and the Shaping of the 20th Century. La canción da paso a What God Wants, Part I, un tema rockero y sarcástico que cuestiona la voluntad divina y la manipulación religiosa. El estribillo dice: "What God wants God gets God help us all".
La crítica a los medios de comunicación se hace evidente en Perfect Sense, Part I y Part II, dos canciones que denuncian la banalización y el sensacionalismo de la información. Waters utiliza la metáfora del deporte para describir la guerra como un espectáculo televisivo, con narradores que comentan las acciones como si fueran un partido de fútbol o de béisbol. La voz femenina que canta "Can't you see / It all makes perfect sense / Expressed in dollars and cents / Pounds shillings and pence" es la de P.P. Arnold, una cantante soul que ya había colaborado con Waters en The Wall.
El lado más emotivo del disco se encuentra en The Bravery of Being Out of Range y Too Much Rope, dos canciones que expresan el dolor y la rabia de Waters por las víctimas inocentes de las guerras. En la primera, critica la hipocresía y la cobardía de los líderes políticos y militares que ordenan ataques desde la distancia, sin arriesgar sus vidas ni ver las consecuencias de sus actos. En la segunda, reflexiona sobre el odio y la violencia que generan los conflictos armados, y cómo estos afectan a las personas comunes.
La canción que da título al álbum, Amused to Death, es una pieza épica y sombría que resume el mensaje del disco. Waters compara la humanidad con unos monos que se entretienen con las imágenes de la televisión, mientras el mundo se desmorona a su alrededor. La canción termina con un coro infantil que canta "We watched the tragedy unfold / We did as we were told / We bought and sold / It was the greatest show on earth / But then it was over / We ohhed and aahed / We drove our racing cars / We ate our last few jars of caviar / And somewhere out there in the stars / A keen-eyed look-out / Spied a flickering light / Our last hurrah / And when they found our shadows / Grouped around the TV sets / They ran down every lead / They repeated every test / They checked out all the data on their lists / And then the alien anthropologists / Admitted they were still perplexed / But on eliminating every other reason for our sad demise / They logged the only explanation left / This species has amused itself to death". La voz final que dice "That's it" es la del comediante Eric Idle.
Amused to Death es un disco brillante y profundo, que muestra la visión crítica y lúcida de Roger Waters sobre el mundo contemporáneo. Su música y sus letras son una invitación a reflexionar y a despertar de la ilusión que nos venden los medios de comunicación. Es un disco que no ha perdido vigencia, sino que se ha vuelto más relevante con el paso del tiempo. Es, sin duda, una obra maestra del rock.
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