Don’t Break
The Oath es el segundo álbum de estudio de la banda danesa de heavy metal
Mercyful Fate, lanzado un día como hoy en 1984. Es considerado uno de los
discos más influyentes del género, tanto por su música como por su temática
satánica. El álbum muestra la evolución de la banda desde su debut Melissa, con
un sonido más elaborado, complejo y oscuro.
El disco
se compone de nueve canciones, que abarcan desde el speed metal hasta el doom
metal, pasando por el thrash metal y el power metal. La voz de King Diamond es
uno de los elementos más característicos del álbum, con sus agudos
desgarradores y sus cambios de registro. El guitarrista Hank Shermann demuestra
su virtuosismo y creatividad, con riffs potentes y solos melódicos. El otro
guitarrista, Michael Denner, aporta un toque más clásico y armonioso. La
sección rítmica, formada por el bajista Timi Hansen y el baterista Kim Ruzz,
sostiene el peso de las canciones con solvencia y precisión.
Las letras
del álbum giran en torno al satanismo, la magia negra y el ocultismo, con
referencias a personajes como Aleister Crowley o Anton LaVey. El título del
disco hace alusión al pacto que King Diamond hizo con el diablo, según él mismo
declaró. El cantante afirmó que este sería su último álbum dedicado al
satanismo, ya que si rompía el juramento, perdería su alma. Sin embargo, en sus
posteriores trabajos en solitario y con Mercyful Fate, siguió explorando esta
temática.
El disco
se abre con A Dangerous Meeting, una canción que narra el encuentro de un grupo
de amigos que invocan a un demonio en una casa abandonada. El tema tiene un
riff pegadizo y un estribillo memorable, además de un solo de guitarra que
muestra la habilidad de Hank Shermann y Michael Denner. La canción fue
regrabada por King Diamond en su álbum The Spider's Lullabye.
La segunda
canción es Nightmare, que habla de las pesadillas que atormentan al
protagonista, que se siente perseguido por fuerzas malignas. La canción tiene
un ritmo acelerado y una melodía que crea una sensación de angustia. El solo de
guitarra es uno de los más rápidos y técnicos del álbum.
La tercera
canción es Desecration of Souls, que cuenta la historia de una pareja que
practica rituales satánicos en un cementerio. La canción tiene un riff pesado y
una estructura compleja, con varios cambios de tempo y partes instrumentales.
El estribillo es uno de los más pegadizos del disco, con la voz de King Diamond
cantando "Don't break the oath".
La cuarta
canción es Night of the Unborn, que trata sobre el nacimiento de un niño
poseído por el diablo. La canción tiene un inicio lento y atmosférico, con una
introducción de teclado y una voz susurrante. Luego se acelera y se vuelve más
agresiva, con un riff thrashy y un solo frenético.
La quinta
canción es The Oath, que es la más larga y épica del álbum. Es una canción
conceptual que narra el pacto que hace el protagonista con Satanás, renunciando
a su alma a cambio de poder. La canción tiene varias partes diferenciadas, que
van desde pasajes acústicos hasta secciones rápidas y pesadas. La letra es una
invocación al diablo, con frases en latín y referencias a la Biblia.
La sexta
canción es Gypsy, que es la más comercial y accesible del álbum. Es una canción
que habla sobre una gitana que lee el futuro y advierte al protagonista sobre
su destino fatal. La canción tiene un riff rockero y un estribillo melódico,
además de un solo melódico.
La séptima
canción es Welcome Princess of Hell, que cuenta la historia de una mujer que
seduce al protagonista y lo lleva al infierno. La canción tiene un riff
sencillo pero efectivo, y un estribillo repetitivo pero pegadizo. El solo de
guitarra es uno de los más cortos pero intensos del álbum.
La octava
canción es To One Far Away, que es una breve pieza instrumental que sirve como
introducción a la última canción. Es una melodía acústica con un toque
melancólico y misterioso.
La novena
y última canción es Come to the Sabbath, que es la más compleja y progresiva
del álbum. Es una canción que describe el ritual satánico al que asiste el
protagonista, donde se encuentra con el diablo y sus seguidores. La canción
tiene varios cambios de ritmo y tonalidad, con partes lentas y rápidas, acústicas
y eléctricas. El solo de guitarra es uno de los más largos y elaborados del
álbum.
Don’t break
the oath es un álbum imprescindible para los amantes del heavy metal,
especialmente del subgénero conocido como black metal. Su influencia se puede
apreciar en bandas como Slayer, Metallica, Megadeth, Venom, Bathory o Mayhem.
Su calidad musical y su atmósfera siniestra lo convierten en una obra maestra
del metal.
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