Sleepwalker: el despertar de los Kinks
Los Kinks son una de las bandas más influyentes y respetadas de la historia del rock, pero también una de las más incomprendidas y maltratadas por la industria musical. Tras una década de éxitos, experimentos y conflictos, el grupo liderado por Ray Davies se encontró a mediados de los años 70 con una serie de problemas que amenazaban su supervivencia: la prohibición de tocar en Estados Unidos, el abandono de algunos miembros clave, las disputas legales con sus antiguos managers y sellos discográficos, y la falta de apoyo de la crítica y el público.
En ese contexto, los Kinks decidieron reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, adoptando un sonido más duro y directo, influenciado por el hard rock y el glam rock. El resultado fue Sleepwalker, el decimosexto álbum de estudio de la banda, publicado en 1977. Se trata de un disco que marca un punto de inflexión en la carrera de los Kinks, ya que supone su regreso al mercado estadounidense, donde obtuvo buenas ventas y críticas, y su alejamiento del estilo conceptual y teatral que habían cultivado en sus anteriores trabajos.
Sleepwalker es un álbum que refleja el estado anímico de Ray Davies, que se sentía como un sonámbulo en medio de una pesadilla. Las canciones abordan temas como la alienación, la paranoia, la soledad, el desamor, la nostalgia y la búsqueda de identidad. El tono es oscuro y melancólico, pero también irónico y sarcástico. La música es potente y energética, con riffs pegadizos, solos de guitarra incisivos y arreglos orquestales elegantes. La producción es limpia y cuidada, a cargo del propio Ray Davies y del ingeniero John Rollo.
El disco se inicia con la canción que le da título, Sleepwalker, un himno rockero que narra las peripecias de un hombre que camina dormido por la ciudad, escapando de sus problemas. Le sigue Life on the Road, un tema que retrata la dura realidad de los músicos de gira, con un ritmo frenético y una letra mordaz. La cara A se completa con Mr. Big Man, una crítica a los egos inflados del mundo del espectáculo; Juke Box Music, una oda al poder del rock and roll; y Sleepless Night, una balada acústica sobre el insomnio provocado por el desamor.
La cara B empieza con Stormy Sky, otra balada melancólica que habla de la nostalgia por el pasado; seguida de Full Moon, una canción sobre la influencia de la luna en el comportamiento humano, con un toque psicodélico. Luego viene Life Goes On, un tema optimista que invita a seguir adelante a pesar de las dificultades; y Brother, una emotiva dedicatoria de Ray Davies a su hermano Dave, guitarrista y cofundador de los Kinks. El disco se cierra con Artificial Man, una sátira sobre la falsedad y la superficialidad de la sociedad moderna.
Sleepwalker es un disco que demuestra la capacidad de los Kinks para renovarse sin perder su esencia. Es un trabajo coherente y sólido, que combina el rock clásico con toques contemporáneos. Es también un disco personal y honesto, que refleja las vivencias y los sentimientos de Ray Davies como artista y como persona. Es, en definitiva, un disco que merece ser escuchado y reivindicado como uno de los mejores de los Kinks.
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