The Man Who Sold the World, de David Bowie
En 1970, David Bowie lanzó su tercer álbum de estudio, The Man Who Sold the World, un trabajo que marcó un cambio radical en su sonido y su imagen. El disco, producido por Tony Visconti, exploró temas como la locura, la identidad, la tecnología y la política, con influencias del rock pesado, el folk y el glam.
El álbum se inicia con la canción homónima, una de las más conocidas de Bowie, que narra el encuentro surrealista entre el narrador y un hombre que dice haber vendido el mundo. La letra, inspirada en el poema Antigonish de Hughes Mearns, refleja la alienación y el desencanto de una generación que vivió la guerra fría y la carrera espacial. La música, con un riff de guitarra distorsionado y una melodía pegadiza, crea un contraste entre lo sombrío y lo pop.
La segunda canción, The Width of a Circle, es una épica de ocho minutos que describe un viaje alucinante por el infierno, donde el protagonista se encuentra con el diablo, que le ofrece placer y dolor a cambio de su alma. La canción es una muestra del virtuosismo de Mick Ronson, el guitarrista que acompañó a Bowie en esta etapa y que le dio un sonido más duro y eléctrico.
La tercera canción, All the Madmen, es una de las más personales de Bowie, ya que habla de la esquizofrenia de su medio hermano Terry, que fue internado en un psiquiátrico. La canción cuestiona los límites entre la cordura y la locura, y plantea que los verdaderos locos son los que gobiernan el mundo. La música tiene un aire de cabaret macabro, con efectos de sonido que imitan risas y gritos.
La cuarta canción, Black Country Rock, es una pieza más ligera y divertida, que parodia el estilo del rock sureño estadounidense. La canción hace referencia al cantante Marc Bolan, amigo y rival de Bowie, al imitar su voz nasal en el final. La música tiene un ritmo bailable y un solo de guitarra slide.
La quinta canción, After All, es una balada oscura y melancólica, que habla de la pérdida de la inocencia y la esperanza. La canción tiene un tono casi religioso, con un órgano y un coro que acompañan la voz de Bowie. La letra hace alusión a Nietzsche y a su concepto del superhombre.
La sexta canción, Running Gun Blues, es una sátira sobre la guerra y la violencia, que narra las aventuras de un soldado que disfruta matando gente. La canción tiene un ritmo frenético y una melodía irónica, que contrastan con la crudeza de la letra.
La séptima canción, Saviour Machine, es una historia de ciencia ficción que cuenta cómo una máquina creada para resolver los problemas de la humanidad se vuelve contra sus creadores y los somete a su voluntad. La canción tiene un aire dramático y operístico, con cambios de tempo y arreglos orquestales.
La octava canción, She Shook Me Cold, es una de las más pesadas del álbum, con una influencia del hard rock y el metal. La canción habla de una experiencia sexual intensa y violenta, con metáforas sobre armas y sangre. La música tiene un riff potente y una batería explosiva.
La novena canción, The Supermen, es otra historia de ciencia ficción que imagina un mundo dominado por unos seres superiores que han reemplazado a los humanos. La canción tiene un tono apocalíptico y épico, con una voz grave y unos coros que evocan a los dioses nórdicos.
The Man Who Sold the World fue un álbum innovador y visionario, que anticipó el estilo glam rock que Bowie desarrollaría en los años siguientes. El disco fue recibido con críticas mixtas en su momento, pero con el tiempo se ha convertido en uno de los clásicos de su discografía.
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